Se Cumplió el 420 Aniversario de la Muerte de Gonzalo de Tapia

San Luis de la Paz, Gto. Viernes, 25 de julio de 2014. (Por: José Omar García Hernández) - El pasado 10 de julio, se cumplió el 420 aniversario de la muerte de Gonzalo de Tapia, fundador de la Parroquia San Luis Rey. Quien también fuera el primer misionero y mártir jesuita en México, tuvo una muerte trágica en el estado de Sinaloa en 1594. En ese entonces, se comenzó a dar paso a su canonización, pero el asunto quedó aplazado y la iglesia católica no ha vuelto a instaurarlo. ¿Algún día será declarado santo?
Gonzalo nació en Tapia de la Ribera, España en 1561. Fue miembro de la Compañía de Jesús desde 1576. Llegó a la Nueva España en 1584. Catequizó en San Luis de la Paz de 1589 a 1591. Él realizó el primer bautismo en San Luis de la Paz en noviembre de 1590 y el último en junio de 1591. En esta última fecha, salió con rumbo a Guadiana, Durango. Ahí, fundó otra misión y posteriormente pasó al norte de Sinaloa.
En esa región, la tribu suaque era la más populosa y los indígenas mezclaban la superstición con la religión. Al amonestar a los recién convertidos sobre sus prácticas religiosas, Necabeba, su jefe de ritos, enfureció y planeó en matarlo. El domingo 10 de julio el padre Tapia celebró misa en Tovoropa como acostumbraba. Por la tarde, al estar de rodillas rezando el rosario en su choza, Necabeba y otros entraron y a macanazos lo sacaron, cortándole con un hacha la cabeza y el brazo izquierdo.
Desde ese día, se empezó a venerar tanto en América como en Europa. Por más de cien años fue venerado en la Compañía de Jesús. En Guadalajara, se le levantó una estatua y se veneraron sus reliquias. Mientras que en nuestra ciudad, para recordar a este célebre misionero, existe en la Parroquia San Luis Rey un cuadro, muy descuidado por cierto, que relata su martirio. De misma manera, en el atrio parroquial hay una estatua de él. Finalmente, el colegio de las madres mínimas y una calle de la colonia La Banda llevan su nombre.
Los regidores de su ciudad natal, León, España, pidieron un recuerdo suyo. Se les enviaron los huesos de un dedo de la mano derecha y una costilla al colegio de San Millán. Aunque ocurrió una anécdota curiosa y un tanto milagrosa con los restos de Gonzalo de Tapia. Cuando lo asesinaron le quebraron la cabeza con un hacha y por siglos en el museo del archivo histórico de la Compañía en la Ciudad de México, solo tenían una parte del cráneo.
No obstante, a principios del siglo XX, el padre Piñan, un misionero jesuita, al andar por Sinaloa se enteró que existía una relación que narraba donde habían enterrado a Gonzalo. Descubrió el lugar preciso y encontró una parte de cráneo. Se comparó con la porción que estaba en el archivo y ¡embonó perfectamente! Ahora, el museo tiene el cráneo completo. Un suceso que parece milagroso por la forma en que se suscitó y por los tantos años que habían pasado después de su muerte.
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